El pensamiento
lúdico involucra la calificación de una capacidad humana que se adquiere a
través de diversidad de actividades que interrelacionan creatividad, gozo,
placer y conocimiento, las cuales fomentan el desarrollo psicosocial, la
adquisición de conocimiento y la constitución de la personalidad.
La
capacidad lúdica es una de las dimensiones del desarrollo humano y un factor
decisivo para enriquecer otros procesos y capacidades que puede realizar la
persona.
El pensamiento
lúdico articula la estructura cognitiva, afectiva y emocional de las personas,
poniendo en actividad la percepción en cualquier ambiente en que se desarrolla
el aprendizaje.
Esta zona en
la que se ubica el sujeto creador, es llamada transicional puesto que no
pertenece a la realidad interior de su psique ni a la externa; no está sujeta a
reglas ni a lógica alguna sino que se gesta un nuevo espacio de libertad sin
otro sentido que la creación de uno mismo.
El pensamiento
lúdico produce al ser humano la libertad de romper el orden simbólico que lo
rige proponiendo nuevos modelos de pensamiento y de conducta.
El pensamiento
lúdico trasciende la infancia y se
manifiesta a toda edad a través del arte, la música, el teatro, la plástica, la
pintura, las competencias atléticas, la danza, el folclore entre otras áreas.
Para fomentar el pensamiento lúdico sólo hace
falta una hoja en blanco, un lápiz, y caudales de imaginación para crear de la
nada un universo y materializarlo.